2011/02/04


4-F: DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER...

No hay duda de que todos los días del año deberían ser el día de la lucha contra el cáncer. De hecho, miles de familias, miles de enfermos, han hecho de todos y cada uno de los días que marca el calendario su Día Personal contra el cáncer. No les queda otra. Luchar, luchar y luchar. Lo más fácil para ilustrar un día como hoy sería tirar de archivo y mostrar alguna imagen que encoja el corazón, de algún enfermo terminal o incluso de algún niño. Pero creo que eso es solo una pequeña parte de la enfermedad. Lo importante de esta enfermedad es la capacidad de lucha y sacrificio de los que han desarrollado la misma y de todos los que les rodean. Eso es lo que hay que mostrar y homenajear, esas fuerzas de flaqueza que salen desde el cariño de la familia y el amor a la vida. Qué mejor por tanto que mostrar tres hermosas imágenes de alguien que se ha peleado con la enfermedad y la ha vencido. Se podrá dudar e incluso criticar en muchos aspectos a este hombre, pero lo que nadie puede negar es su lucha, su fuerza y sus ganas de vivir.



Photo Annie Leibovitz
"Yo no nací para vivir una muerte lenta. No hago nada con parsimonia, ni siquiera respirar. Hablo rápido, me duermo rápido y mi existencia transcurre a toda velocidad. Me he pasado la vida compitiendo sobre una bicicleta y, cuando me comunicaron que tenía cáncer, decidí pelear contra él. Le dije: "Te has equivocado de persona. Al elegir un cuerpo para vivir en él, cometiste un error porque seleccionaste el mío". Pero, en el fondo, sabía que todo eran fanfarronadas. Mi cara estaba pálida, mis ojos hundidos y mi boca parecía una línea delgada sobre el rostro".




 Photo Getty
"Entonces, cambié de táctica e intenté negociar con la enfermedad. OK, si el trato es que nunca vuelva a montar en bici, de acuerdo, pero quiero vivir. Dime dónde tengo que firmar. Volveré a la escuela, me convertiré en un hombre-basura, todo el día tumbado, sin hacer nada, pero quiero vivir. Los médicos aseguraban que tenía un 40% de posibilidades de vencer al cáncer, y ahora, cuando me miro en el espejo, creo que fueron muy considerados. Verán. A la altura del corazón tengo una cicatriz del catéter que llevé los tres meses en los que recibí quimioterapia. Otra cicatriz, recuerdo de la cirugía, secciona uno de mis testículos y asciende por la ingle hasta la cadera. Pero la palma se la llevan las dos medias lunas de mi cuero cabelludo, recuerdo de una intervención cerebral".

"La noche anterior a la operación de mi cerebro, el doctor Shapiro vino a verme. Estaba más serio que de costumbre. Me dijo que los tumores estaban en lugares peligrosos y que, por ello, la intervención necesitaba ser milimétrica, ya que el menor fallo podía afectarme la vista o comprometer mi movilidad... A mí me aterraba pensar que iban a abrirme la cabeza. Shapiro me animó: "Mira, a nadie le gusta que le hagan algo así. Si no tuvieras miedo sería rarísimo". Después de la cirugía me sometí a cuatro sesiones de quimioterapia. Tras ellas, el 13 de diciembre de 1996, estaba encogido en posición fetal y vomitaba las 24 horas del día. Había perdido nueve kilos y toda mi masa muscular había desaparecido".




Photo Getty
"Mi retorno al ciclismo fue un fracaso, aunque más tarde descubrí que la enfermedad me había convertido en un hombre más inteligente y centrado. Mi primera carrera la disputé en España, fue la Ruta del Sol. Acabé decimocuarto. Dos semanas después corrí la París-Niza, una dura competición de ocho días marcada por la lluvia y un viento gélido. En la segunda etapa me bajé de la bicicleta y exclamé: "No quiero pasarme el resto de la vida haciendo esto. Me voy a casa".

"En Austin me convertí en un holgazán. Jugaba al golf, hacía esquí acuático, bebía cerveza y me pasaba las horas en el sofá haciendo zapping. El cáncer me había puesto la vida patas arriba y estaba desorientado. Nadie podía comprenderlo, excepto Kristin, mi mujer. La había conocido un mes después de acabar la quimioterapia, durante la presentación de mi fundación contra el cáncer. Me enamoré de ella y le propuse que se casara conmigo. Tras varias semanas vagueando, me habló claro. Me preguntó si iba a seguir en ese plan o si pensaba volver al trabajo. Decidí que quería seguir en el ciclismo y retomé mis entrenamientos. Empezada la temporada, gané varias carreras, como la cronometrada del circuito de la Sarthe, el prólogo de la Dauphiné Libéré y una etapa en la Route du Sud. Me sentía feliz porque, aunque cada seis meses tenía que someterme a radiología para evitar recaer, estaba prácticamente curado".


("Mi vuelta a la vida" - Lance Armstrong).

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